jueves, octubre 26, 2006

Nuestra guerra sucia

  • Editorial del no. 28 de la revista Nuestro Quehacer sin políticos
El 17 de octubre de 1998 fue detenido en Londres Augusto Pinochet por órdenes del juez español Baltasar Garzón, y hasta la fecha sigue el proceso en el que se le acusa de atropellar los derechos humanos mientras gobernó Chile de 1973 a 1990.

Mientras tanto, en México, seguimos haciendo como si nada hubiera pasado el 10 de junio 1971 y como si los cientos, o tal vez miles de jóvenes que nunca regresaron a sus hogares en la década de 1970 nunca hubieran existido.

En Chile desde hace ocho años es visible el trabajo que realizan para castigar a quienes, igual que aquí, torturaron y asesinaron a quienes pensaban distinto y se atrevían a externarlo, y los mexicanos preferimos hacer como que no sabemos nada para evadir la responsabilidad de impartir justicia.

Aquí se formó la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado encabezada por Ignacio Carrillo Prieto y se confirmaron las atrocidades pero no se encarceló a nadie porque los delitos habían prescrito.

¿Acaso puede perder vigencia el asesinato? ¿Porque cometí un delito hace más de 30 años ya no soy culpable? Eso cree la justicia mexicana y, por lo tanto, Luis Echeverría Álvarez y Miguel Nazar Haro, ex jefe de la Dirección Federal de Seguridad, siguen libres.

El principal culpable de que no se haya encarcelado a ninguno de los personajes involucrados en nuestra guerra sucia es el Partido Revolucionario Institucional, al cual no le preocupa la gente, sino evitar que se le llame genocida a un gobierno priísta, en cada oportunidad que se tuvo de llevar a los responsables a la cárcel, el PRI negoció con el PAN y lo evitó.

Por dignidad, los propios Luis Echeverría y Nazar Haro deberían declararse culpables y entregarse. La gente de Carrillo Prieto documentó los crímenes, están probados y ellos se saben culpables, porque es más asesino y cobarde el que ordena desaparecer gente que el ejecutor.

Lo importante es no cesar la lucha por la justicia, que se terminen los privilegios de unos cuantos y haya justicia general, sin importar de quien se trate, ya sea un Presidente de México o un carpintero.

Tal parece que las generaciones de más edad no están interesadas en asuntos como éste, para ellos es más sencillo esperar la muerte de Echeverría para entonces, cuando ya no pueda pagar en vida, encarcelar por siempre a su espíritu. Está en nosotros los jóvenes ayudar para que los jueces mexicanos dejen la pantomima; ¿o cómo le explicamos a una familia mutilada que las leyes no son válidas para unos? La mayoría de los desaparecidos eran jóvenes, por ello nuestra labor es no permitir que se olviden las ejecuciones por pensar distinto… está en nosotros limpiar nuestra guerra sucia.

miércoles, octubre 18, 2006

Nueva generación de políticos

  • Editorial del no. 27 de la revista Nuestro Quehacer sin políticos

A pocos días del aniversario luctuoso de Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, vale la pena recordar que parte de su teoría afirma que las personas definen su personalidad desde el nacimiento hasta los siete años de edad, después, todo acto humano es un reflejo aprendido en ese intervalo.

Muchos políticos mexicanos, para decir lo que ya se sabe, son deshonestos y su modo de vida está basado en técnicas mafiosas. Esto significa que algo estamos haciendo mal en la educación de los niños, porque la Gordillo –según la idea de Freud-, no nació con esa ambición desmedida que le caracteriza, sino que su entorno la formó así.

Felipe Calderón tendrá que elegir en pocos días a los miembros de su gabinete, y si se rodea de gente con principios, con visión de servicio público y seguros de privilegiar siempre el bien común sobre el personal, su gobierno podría ser exitoso, situación que se antoja difícil por la calaña de la mayoría que lo rodea.

Lejos de eso, debemos empezar a pensar -todos- en las enseñanzas que le damos a los mexicanos de menor edad. Si la teoría del psicólogo alemán es cierta, estamos en posibilidad de que nuestros políticos sean honestos dentro de 20 años si procuramos infundar esta mentalidad en las niñas y niños de nuestro país.

Siempre se ha dicho que debemos planear a largo plazo, pero mientras llega esta nueva generación debemos observar que los políticos actuales cumplan con su trabajo con total transparencia, que aquellos que elija Calderón como cabezas institucionales sean hombres y mujeres que busquen ayudar a la sociedad y no el típico político afanado en conseguir prebendas y privilegios personales a través de los cargos gubernamentales.

Nuestro esmero quizá ya no debe enfocarse en cambiar a los adultos, lo mínimo que se pide es que se elijan verdaderos servidores públicos, pero donde sí tenemos que centrarnos es en esa nueva generación de políticos que, aunque sea indirectamente, desde hoy estamos educando.

Si lo hacemos de ese modo llegará el día en que los políticos egoístas sean los menos y los conscientes del entorno social dominen el escenario… pronto estará aquí esa nueva generación.

lunes, octubre 09, 2006

Todos los días son 2 de octubre

  • Editorial del no. 26 de la revista Nuestro Quehacer sin políticos

Son 38 años ya de la masacre de estudiantes en Tlatelolco y hasta hoy a nadie se le ha señalado –jurídicamente- como claro responsable. Mucho menos se sabe la cantidad real de personas que terminaron su vida con plomo dentro del cuerpo ese 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas.

Duele decirlo, pero duele más entender el hecho, México era en ese tiempo, y sigue siendo, un país donde sólo unos cuantos luchan por mantener su dominio. Nuestro país, el que nos legaron las generaciones pasadas, es excluyente y no tiene espacio para nadie que no esté ya en las esferas del poder.

Los que ascienden en la escala social, económica y política buscan que nadie más entre a su círculo, no hay oportunidad de expresar ideas diferentes, y todo por la amenaza que representan para sus privilegios los pensamientos diferentes a los suyos.

Los jóvenes muchas veces creemos que ya todo está consumado, que no hay más por hacer y que no hay forma de cambiar el orden actual. Desanima pensar nuestra realidad de ese modo, pero las ganas vuelven cuando nos convencemos unos a otros de que es posible transformar a México si todos aquellos que buscamos vida digna para la mayoría trabajamos en ese sentido.

En Nuestro Quehacer sin políticos deseamos formar un nuevo país –aunque no al estilo del Peje- fincado en la integración de las múltiples verdades mexicanas.

Ya no es 1968, ahora el asesino tiene otro nombre, no mata físicamente, sino que aniquila la conciencia a través del bombardeo mediático que se aplica por igual a refrescos que a políticos afanados en promover su imagen positiva.

En nuestro país muy poco está hecho, lo que hemos logrado como sociedad para beneficiar a las mayorías es mínimo comparado con lo que nuestra gente es capaz de crear. Basta con enterrar la idea de que es imposible modificar la estructura mental que predomina en casi todos los mexicanos.

Los políticos y empresarios empoderados intentan hacernos creer cada día que el sistema en el que estamos inmersos es el adecuado para nosotros. El 2 de octubre de 1968 una buena cantidad de personas –jóvenes sobre todo- intentaron hacer de México un país incluyente y fueron asesinados.

Hoy sucede lo mismo, pero quieren que seamos muertos que caminan, consumen sus productos y votan. Sin embargo somos muchos los que no lo permitimos, somos suficientes los que vivimos el 2 de octubre todos los días.