lunes, octubre 09, 2006

Todos los días son 2 de octubre

  • Editorial del no. 26 de la revista Nuestro Quehacer sin políticos

Son 38 años ya de la masacre de estudiantes en Tlatelolco y hasta hoy a nadie se le ha señalado –jurídicamente- como claro responsable. Mucho menos se sabe la cantidad real de personas que terminaron su vida con plomo dentro del cuerpo ese 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas.

Duele decirlo, pero duele más entender el hecho, México era en ese tiempo, y sigue siendo, un país donde sólo unos cuantos luchan por mantener su dominio. Nuestro país, el que nos legaron las generaciones pasadas, es excluyente y no tiene espacio para nadie que no esté ya en las esferas del poder.

Los que ascienden en la escala social, económica y política buscan que nadie más entre a su círculo, no hay oportunidad de expresar ideas diferentes, y todo por la amenaza que representan para sus privilegios los pensamientos diferentes a los suyos.

Los jóvenes muchas veces creemos que ya todo está consumado, que no hay más por hacer y que no hay forma de cambiar el orden actual. Desanima pensar nuestra realidad de ese modo, pero las ganas vuelven cuando nos convencemos unos a otros de que es posible transformar a México si todos aquellos que buscamos vida digna para la mayoría trabajamos en ese sentido.

En Nuestro Quehacer sin políticos deseamos formar un nuevo país –aunque no al estilo del Peje- fincado en la integración de las múltiples verdades mexicanas.

Ya no es 1968, ahora el asesino tiene otro nombre, no mata físicamente, sino que aniquila la conciencia a través del bombardeo mediático que se aplica por igual a refrescos que a políticos afanados en promover su imagen positiva.

En nuestro país muy poco está hecho, lo que hemos logrado como sociedad para beneficiar a las mayorías es mínimo comparado con lo que nuestra gente es capaz de crear. Basta con enterrar la idea de que es imposible modificar la estructura mental que predomina en casi todos los mexicanos.

Los políticos y empresarios empoderados intentan hacernos creer cada día que el sistema en el que estamos inmersos es el adecuado para nosotros. El 2 de octubre de 1968 una buena cantidad de personas –jóvenes sobre todo- intentaron hacer de México un país incluyente y fueron asesinados.

Hoy sucede lo mismo, pero quieren que seamos muertos que caminan, consumen sus productos y votan. Sin embargo somos muchos los que no lo permitimos, somos suficientes los que vivimos el 2 de octubre todos los días.

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